sábado, 31 de julio de 2010

ACTO DE GRADO JULIO-2010 CEPAP-UNESR

Graduandos de la Promoción de julio - 2010



Enterga de reconocimiento a las autoridades del CEPAP por parte de dos graduandos



La parte cultural del acto


El culto al grado.


“... asintió con la cabeza. No encontraba palabras para explicarles lo que
significa para él [ella] verlos a todos allí en fila expresándole su
apoyo. Así que sonrió, levantó una mano….”

J.K. Rowling.-


Cuando llegamos al edificio del antiguo Ateneo, el día estaba puesto para llover. En la puerta grande, luego de traspasar el lobbie, encontramos a un señor alto con una antorcha en la mano, que ni siquiera nos dejó terminar de enunciar nuestra pregunta y sin pronunciar una palabra, nos señaló con la mano desocupada, hacia el final de la escalera que conducía hasta el sótano. Comenzamos a bajar apoyados de uno de los costados agarrados de la mano, hacia la penumbra. Hasta que divisamos a los iniciados, todos con el cuerpo cubierto por una túnica negra y con uno sombrero chato en la cabeza. Deambulando de un lugar a otro a paso lento, mirando al piso, en silencio, como tratando de memorizar, la respuesta de un acertijo, el acertijo que les iban a preguntar al entrar. Sólo una rubia de repente reaccionó al vernos, comenzó a saltar y a pegar gritos, y salió a encontrarnos. Alegre de vernos nos abrazó, nos distinguió con su sonrisa y nos condujo por el pasadizo.

Todos mis amigos estaban poseídos, callados, lentos, con la mirada fija, apenas me saludaron levantando levemente la mano derecha, era más una advertencia de no acercarnos. Continuamos por el pasadizo oscuro, hasta llegar a una estrecha puerta, flanqueada por dos mujeres de cabellos largos y lisos, en donde nos buscaron en una misteriosa lista, ellas también en silencio, entrecruzándose miradas y sin pronunciar palabras nos hicieron señas de pasar. Entramos a un sótano alumbrado por antorchas, lleno ya de personas que murmuraban. Logramos ubicarnos en dos puestos que aun quedaban vacios al final de las filas de asientos escalonados, dispuestos de manera que facilitaran la visión de los espectadores que estábamos atrás. Los primeros asientos, abajo se encontraban envueltos en la penumbras, muy cerca a una larga mesa dispuesta para un presídium, cubierta toda con una tela azul claro hasta el piso y por encima una tela blanca, apropiada para la ocasión que íbamos a presenciar.

Todo transcurrió de acuerdo a lo establecido en el protocolo: Mi amiga Simona descifró todo el programa con su dulce voz y su excelente dicción, El Director leyó un antiguo conjuro de iniciación y de auto-interrogatorio; La Secretaria leyó antiguos documentos, que recordaban porque estábamos aquí repitiendo este ritual por milenios; una Representante de los iniciados nos hizo guardar un minuto de silencio y dos iniciadas más, una en túnica negra con su sombrero chato en la cabeza y la otra con una túnica blanca leyó un vetusto pergamino en una lengua antigua –“A la universidad le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo”.

En las primeras fila los invitador especiales: Blanca, Yaloha, Irina, Zuleyma… Luego a pasos solemne desfilaron ante nosotros, nombre antiquisimos: Sylmy Tibisay Agraz, Miriam, Hesbeishy, Alejandra, Mayling, Yolanda, Wendy, Ana, Nereida, Claudina, Gladys, Pedro (el más aplaudido), Victor, Carmen, Carmen Llevera, Aura, Jenni, Luis, Gina, José, Elizabeth, María, Omar, Iris, Irianel, Rosanna, Digna, Magaly, Lesbia, Isabel, Kelly, Olivia y Alexandra.

Mis amigos sentados en el Presídium, el Mago Julio Cesar, el Alquimista Silverio, la Orfebre Iris y la Hada Ma”drina” Aleja, porque eso es que la llama Alejan”drina” todos muy circunspectos, hasta que una de las iniciadas con su túnica negra cubriéndole todo el cuerpo y su sombrero chato en la cabeza, parada en el centro del escenario y mirando hacia el techo, al fondo del sótano, sobre nuestras cabezas, dirigiéndose a la oscuridad, a una misteriosa presencia, con la mano extendida le indico: -“Ponga la pista 6” y empezó a sonar una melodía chillona, que al principio no se entendía, pero que contenía un conjuro mágico, que despertó a mis amigos, les devolvió la sonrisa y comenzaron a bailar. Se movían debajo del traje negro que les cubría todo el cuerpo. Mi amiga lanzó una invocación y rompió el hechizo del protocolo, de la seriedad que nos invadía a todos los presentes.

Ahora entiendo porque Blanca lo llamaba “grado 33” porque son treinta y tres los iniciados, en esta ocasión en el antiguo Ateneo.

Chino Romero.-

4 comentarios:

sagraz dijo...

Hermoso escrito una vez mas tu pluma plasma de manera metaforica con la sensibilida sublime de tu mirar de la realidad, gracias por que lo considero un regalo de ti para todos los 33 que participamos en tan solemne actividad...

Anónimo dijo...

Hola Reinaldo, asumiendo tu solicitud te respondo que las imagenes que recibí no corresponden al acto que señalas en el titulo
saludos

Pmacha

Petra Machado

Anónimo dijo...

Excelente trabajo .... gracias por tan hermoso obsequio para cada uno de los que estuvimos ahí...... un placer poder disfrutar de esos momentos ahora como espectadora ..... un beso y sigue deleitándonos con tus creaciones.

Mayling Camacho

Anónimo dijo...

¡Qué ociosidad mi querido amigo! hacer brotar lágrimas de mis hojitos, a esta hora , son las 9:22am
y eso lo hace sentir un escritor, que sabe llegar al alma de la persona que lo lee, que a través de la palabra escrita vaya sintiendo en la piel: frío, calor, además le produzca risa, lágrimas y otras sensasiones... Eso lo hace sentir en uno, un escritor con sensibilidad y amor por lo que hace, ya que entre muchos aspectos que debemos regirnos, el amor debe estar incluído, para quien las cosas fluyan en armonía y le podamos demostra a los demás que aún cuando hay obstáculos, debemos continuar ...

Continuando con la idea, al evocar ese momento de emoción que estábamos sintiendo los presentes en el acto académico, que para
mí fue más emotivo, al escuchar en tan cortos discursos, toda una larga experiencia de años de esos seres que permanecían de pie esperando el momento que los declararan ¡ por fin! y oficialmente"Licenciados en Educación de la Repíblica¡
Por mi parte me pregunto ¿Sería que el momento que vivían los graduandos les permitió responderse algunas o tolas las preguntas que les invitó Julio Valdéz a hacerse en ese momento?

Para terminar estas líneas, escribo lo siguiente: Me gustó tu "ociosidad"

Un abrazo

Luisa Hidalgo